¿Reformas en casa? Si estás pensando en darle un aire nuevo a tu salón y cambiar tu sofá por otro diferente, sigue leyendo estas útiles recomendaciones que te dejamos:
Aprovechando el rincón
Si tienes una esquina y quieres aprovechar ese hueco, un sofá rinconero es la mejor opción ya que, con dos sofás en ángulo, desaprovecharías un asiento. Solo tiene un inconveniente: es compatible exclusivamente con esquinas en ángulo de 90 grados.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Para salones cuyas dimensiones sean más reducidas, lo idóneo es apostar por un sofá biplaza y complementarlo con algún sillón o mecedora. Es preferible a colocar una pieza más amplia que obstaculice el paso o de sensación de agobio. No olvides que lo aconsejable es que mida aproximadamente noventa centímetros menos que la pared donde se colocará.
Fundas ajustables
Es una magnífica idea cuando hay pequeños revoloteando alrededor. O incluso, para revestir el sofá en épocas calurosas, puesto que hay tapicerías que no resultan muy acordes con las temperaturas propias del verano. Un consejo más: intenta que la tela tenga parte de poliéster para que te resulte más sencillo lavarla.
En ángulo recto
Si colocas dos sofás en “L”, lo ideal es que pegues el más amplio a la pared y dejes el más pequeño al lado. De esta manera, tendrás más hueco para desplazarte sin que nada te lo impida.
El pasado siempre vuelve
Propio de hace dos siglos, el chéster es un tipo de sofá de los que proporcionan un toque muy particular a tu hogar. Normalmente hechos a mano, se distinguen por su respaldar bajo (en torno a los setenta y cinco centímetros), los reposabrazos en forma de espiral y su apariencia acolchada.
Un chaise longue
Lo bueno de esta alternativa es que al final tienes las dos opciones: chaise longue y sofá. Es perfecto para “matar dos pájaros de un tiro”. No obstante, son sofás que ocupan mucho más que los tradicionales (al menos, dos metros y medio) y hablando de espacio… los metros debemos tenerlos en cuenta.
Sofá de obra y en ángulo
Lo mejor de esta alternativa es que puedes hacerlo como quieras, aprovechando cada rincón y personalizando los cojines de acuerdo con tus preferencias.
Una larga charla
En salas de gran tamaño y cuya forma sea cuadrada, colócalos en “U” y con dos sillones cerrando el espacio, es una propuesta muy útil. Si quieres que sea más moldeable, entonces compagínalos con distintas piezas del mismo tono que el sofá. De esta forma, las puedes desplazar sencillamente y siempre que quieras.
Frente a frente
Si te encanta tener visita, entonces mejor sitúa tus sofás de manera que queden cara a cara, así, cuando lleguen los invitados, será mucho más fácil tener una buena conversación entre vosotros. El único inconveniente es que, para hacerlo, la habitación tendrá que ser espaciosa, con una anchura de unos cuatro metros aproximadamente.
Tradicional
Hay cosas que nunca dejan de llevarse. Y lo mejor: pegan con otros tipos de piezas clásicas también, por lo que podrás combinarlos de la forma que más te guste.
Un sofá distinto, especial
Hay ocasiones en las que, al entrar en un salón, no es el sofá lo primero en lo que centras tu mirada. Puede haber unos ventanales con preciosas vistas que te hagan mirar directamente hacia fuera. En cambio, al colocar un sofá original, especial, distinto (llámalo como quieras), captará la atención desde el primer momento, antes que cualquier otra cosa.
Cien por cien colorido
Si tu intención es (igual que antes) que el sofá sea el rey de tu sala, entonces ¡es la opción perfecta! Pero ¡ojo! Para que no quede demasiado cargado, pon solo uno a color, y combina los cojines con los colores del resto de sofás, sillones, decoración…
Sofá de cuero: tipo retro e inglés
Lo bueno de los Chéster es que aceptan cualquier tipo de tejido; no obstante, el cuero le da un aspecto especial. Aparte de que es muy fácil de combinar con el resto de los elementos, se consigue quitar las manchas con facilidad y son muy duraderos. Incluso cuando tienen ya un tiempo, esa apariencia deteriorada le da un toque muy chic.
Tejidos que aguanten todo
La chenilla es un tipo de tela muy elegida para la tapicería de los sofás. Afelpada de fibras de seda y lana, posee una textura muy placentera y unas características que la convierten en un tejido muy fuerte.
Aspecto desenfadado
¿Serías capaz de colocar dos piezas idénticas, pero con tejidos diferentes? Esta alternativa le dará a la habitación un aire más despreocupado y divertido. Y ya si te atrevieras a añadirle tachuelas a uno de ellos… ¡Acabarías dándole un toque muy vintage!
Combinando modas
¿Y si ponemos un sofá tradicional en medio de un entorno y decoración totalmente vanguardista? ¡Suena bien! Esta combinación le daría al salón un toque muy cautivador siempre que sean colores opuestos, que contrasten, sino el efecto no será el mismo por mucho que sean diseños distintos.
Y a ti, ¿Cuál te gusta más? ¡Queremos saberlo!