Si pensamos en la casa de nuestros sueños seguro que se nos viene a la cabeza grandes salones, habitaciones despejadas, luz natural, plantas y flores… Todos anhelamos una casa donde ser feliz y estar a gusto independientemente de nuestros gustos personales. Pero, ¿podemos conseguirlo? Decorar tu casa es un reto ¿Cómo influye la decoración en nuestro estado de ánimo?
Aunque los gustos de cada persona sean diferentes, hay aspectos como los que hemos mencionado antes que se repiten. ¿Por qué? Aunque parezca algo de Cuarto Milenio, la decoración de tu casa, tu lugar de trabajo, etc. puede afectar a tu felicidad de forma directa. ¿Cómo? A continuación te lo contamos todo.
La iluminación
La iluminación junto a los colores que usamos para decorar nuestro hogar, son uno de los elementos más influyentes en nuestro estado de ánimo. No es lo mismo despertarse y amanecer con un sol brillante que con un día nublado y oscuro. Seguro que alguna vez lo has notado. Ese día que estaba lloviendo, nublado, te sentías más cansado y de peor humor. ¿Por qué?
La luz natural estimula la producción de serotonina y endorfinas de nuestro cuerpo. La serotonina es la hormona encargada de regular los estados de ánimo positivos y negativos. Por eso se le conoce como la “hormona del placer” o la “hormona del humor”. Es realmente importante para nuestro organismo ya que modula el apetito y el sueño, influye en la respuesta sexual, participa en el control de la actividad motora…
Además, los rayos ultravioletas que recibimos de la luz solar interactúan con las diferentes capas de nuestra piel mejorando nuestro ritmo cardiaco. Por eso, es mejor optar en casa por luz natural y alejarnos del uso frecuente de luz artificial. La luz artificial puede provocarnos dolor de cabeza y aumento del estrés. Además, la luz natural fomenta la creatividad y, como hemos mencionado, genera optimismo. Increíble, ¿verdad?
Así que, apuesta por grandes ventanales, claraboyas, balcones… Aprovecha al máximo las horas de luz natural que hay a lo lardo del día y, si necesitas usar luz artificial, mejor que sea con tonos cálidos como los anaranjados. Puedes probar también con tonos rosas o azules que le darán un aspecto más íntimo a la estancia y le aportará originalidad.
Los colores
Los colores tienen una fuerza mucho mayor de la que creemos. El color de todo lo que nos rodea como muebles, paredes, techos, fachadas… y su combinación, nos afecta directamente. Algunos colores fomentan la relajación, otros la creatividad, etc. Por eso, es importante que cada una de las habitaciones cuenten con un color diferente en función del estado de ánimo que queremos conseguir en cada una de ellas.
Según la conocida teoría del color que se ha aplicado en multitud de ámbitos, cada color nos transmite un sentimiento diferente. Por ejemplo, el blanco nos aporta paz, tranquilidad y armonía por lo que es importante que aparezca a lo largo de las estancias de nuestro hogar. El verde, uno de los colores más usados en decoración de interiores, transmite serenidad. Los tonos azules brindan calma y profundidad por lo que son perfectos para habitaciones en las que vamos para relajarnos. Los muebles con colores pasteles son perfectos para esas habitaciones en las que queremos que los más pequeños estén tranquilos ya que transmiten calma y ternura.
Particularidades del color
Sin embargo, el color tiene una particularidad y es que cada cual asocia cada uno de los tonos a un sentimiento en función de lo que ha vivido y representa para él. Por lo general, el color amarillo se asocia a un sentimiento de felicidad. Sin embargo, si alguien tiene una experiencia negativa con ese color acabará asociando ese tono a un sentimiento negativo. Por eso, para decorar tu casa, lo mejor es que pienses en qué sentimiento te produce cada uno de los colores y usarlo en tu beneficio. Si los tonos rosas te relajan porque te recuerdan a momentos de tu infancia concretos, úsalo para ese rinconcito de tu casa en el que quieres estar tranquilo, por ejemplo.
Además, dicen que es importante cambiar los tonos cada cierto tiempo. Los expertos recomiendan que sea cada tres o cuatro años como mínimo. Cada persona es un mundo y, en muchas ocasiones nuestra actitud o forma de ser dependen de la situación que estamos viviendo. Por eso, como nosotros vamos evolucionando, la decoración de nuestra casa tiene que evolucionar con nosotros.
En definitiva, la luz y el color nos afectan. Pueden cambiar nuestro estado de ánimo. Pueden darnos hambre, aportar tranquilidad, fomentar nuestra creatividad… Así que, la luz y el color te hablan constantemente. Escúchalos y úsalos en tu beneficio. Verás como dándole una pequeña vuelta al color y la iluminación de tu hogar, consigues la casa de tus sueños.